jueves, 15 de septiembre de 2022

El concepto de arte a través de la Historia

El arte es una manifestación del espíritu humano para expresar determinados valores culturales e ideológicos, con una finalidad estética o comunicativa, a través del que expresa ideas, emociones y una visión propia del mundo, mediante recursos plásticos, sonoros, lingüísticos o mixtos.
El término deriva del latín ars, que significa "habilidad", haciendo referencia a la realización de actividades que requieren una especialización. Surge en la Antigua Grecia y se utilizaba en un sentido más amplio que en la actualidad, al referirse a la destreza y habilidad técnica, manual y mental, que requieren ciertas actividades basadas en un conjunto de normas y reglas.
El arte es un componente fundamental de la cultura de un pueblo o una civilización, reflejando en su concepción los sustratos económicos y sociales, y la transmisión de ideas y valores inherentes a cualquier cultura humana a través del espacio y el tiempo. Ofrece al que lo observa una serie de experiencias de tipo estético, emocional e intelectual.
El concepto de arte ha variado a lo largo de la Historia:





























En las culturas prehistóricas, el arte posee una vertiente irracional que lo vincula al mundo de lo trascendente o lo mágico y espiritual, convirtiéndose así en un poderoso vehículo de las preocupaciones humanas. Fue la pintura la que mostró una evolución más clara, desde las tendencias naturalistas del Paleolítico hasta formas esquemáticas y geométricas del Neolítico. Sobresalen esculturas, grabados, pintura parietal y construcciones megalíticas.








































En el mundo clásico se consideraba como un oficio y los artistas eran artesanos que trabajaban con sus manos e intelecto, cuya labor constituía una actividad de prestigio muy reconocida por la sociedad. No obstante, en la Antigua Grecia poetas y filósofos tenían un rango superior al de arquitectos, escultores y ceramistas. La cultura clásica introduce un marcado sentido humanista, pues el arte se halla al servicio del ser humano, ya sea desde la estética griega o desde el sentido práctico de los romanos.








































Durante la Edad Media se enfatizan los rasgos más irracionales del arte y la religiosidad ocupa casi todas las manifestaciones y expresiones artísticas. Se pretende enseñar y adoctrinar al pueblo mediante el arte, lo que conlleva una utilidad pedagógica, instructiva e incluso de propaganda al servicio de unos fines religiosos. El arte se convierte así en una especie de "Biblia de los iletrados". La literatura, la música y la arquitectura son consideradas artes mayores e intelectuales, por contra la escultura o la pintura son artes manuales. El artista no goza de prestigio social ni cultural y las obras son, en su mayoría, anónimas.








































En el mundo moderno se empiezan a reivindicar los conceptos de inspiración y capacidad de invención artísticas. El Renacimiento abandona el menosprecio de las artes figurativas y se define el carácter liberal, noble e intelectual de la pintura y la escultura. Se secularizan los temas tratados, sin perder de vista la religión, y el ser humano aparece como centro de la naturaleza, recuperándose los planteamientos de la cultura grecolatina. El artista se observa como un "personaje cultivado", con una alta formación intelectual, prestigio y reconocimiento social. A mediados del siglo XVIII, aparece el concepto de "bellas artes" (pintura, escultura, arquitectura, poesía, teatro, música y danza) quedando el arte limitado a la producción de la belleza.




























La llegada del mundo contemporáneo consolida la separación entre las artes mayores y las artes utilitarias o decorativas (cerámica, mobiliario, tapiz, esmalte, etc.), aunque durante el siglo XIX observamos que esta separación pierde validez, ya que la diversidad de la producción plástica pone en cuestión esta división. La búsqueda de la belleza deja de ser el objetivo primordial del artista y la esencia misma del arte comienza a cambiar. Se amplían los campos de actuación y aparecen nuevos medios expresivos, técnicas y lenguajes artísticos. Durante el siglo XX el cine, el diseño, la publicidad, la informática y el video se consolidan como vehículos artísticos contemporáneos, tan válidos como los anteriores, y el artista alcanza el mayor grado de libertad creativa y prestigio social y cultural.

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